Intentaré emprender la difícil tarea de comentar una obra de Carlos Peña. Menudo problema que me traigo entre manos.
Entender por qué importa la filosofía necesariamente requiere comenzar con el significado del concepto, sin revestirlo de la fachada romántica griega, sus alusiones al “logos” ni a “los amigos del conocimiento”. Tampoco minimizándola al simple hecho de ser un juego de preguntas y respuestas que nos hacen reflexionar, para descubrir, en una conversación mayeútico, el origen de las ideas que reflejan sus figuras imperfectas y que debiesen gobernar nuestra sociedad.
Si bien Peña barre una gran cantidad de argumentos y pone de pie a un contingente no menor de filósofos, es Martín Heidegger el elegido para clarificar el concepto de Filosofía de nuestra era. Es el escritor alemán el basamento argumentativo para la búsqueda de esa razón de ser que tendría que poseer la vapuleada Filosofía.
¿Qué sustentos nos pueden servir en este mundo contemporáneo para justificar el por qué de la Filosofía? O ¿cómo entender que en los colegios, en la sociedad o en la conversación cotidiana la filosofía pierda participación, se aleje, desaparezca en el pasillo oscuro de lo desechable?
Analicemos la historia propuesta por Peña en la introducción de su tesis.
Entra un día a la oficina de don Martin Heidegger, el decano de Filosofía de la Universidad de Marburg, preguntado si él tenía algo para publicar algo “ahora ya”. Martin, con un brillo en su mirada responde: “desde luego”. Era imperioso que Martín publicara algo, ya que su nominación a un cargo había sido cuestionada y a quien buscaba reemplazar no había publicado nada en los últimos 10 años. El documento entregado por Heidegger fue ....rechazado.
Aquel escrito era, nada más y nada menos, lo que conocemos hoy como “Ser y tiempo”, libro constitutivo del pensamiento occidental del último siglo y que Martín guardaba celosamente en su escritorio sin la mínima intención de entregarlo “como producto de promoción”.
El cuestionamiento que cae sobre la Filosofía siempre es severo. ¿Para qué sirve? ¿Es inútil? ¿Por qué la ciencia no necesita justificarse a si misma y en cambio la Filosofía siempre se encuentra en ese terreno sombrío de lo innecesario? La explicación no es sencilla ni mucho menos breve. Comencemos.
Para Martin Heidegger, el ser humano es (existe en tanto tal) cuando es un ser-en-el-mundo. Se constituye y crea un mundo cuando es capaz de interpretar “eso que lo rodea” y “esto que lo rodea” a su vez interpreta al Ser. La vida, nuestra vida, arrastra consigo siempre una interpretación del mundo. Eso sucede por el simple hecho de que el ser humano tiene la extraña condición de interpretarse a sí mismo.
La Filosofía no tiene como misión describir las interpretaciones de mundo que existen, ni mucho menos elegir una entre ellas, discerniendo cuál es mejor, sino que su tarea primordial es entender por qué el ser humano TIENE interpretaciones del mundo.
¿Dónde nace el problema? Nace en el concepto impuesto por la modernidad. La modernidad despoja al Ser (el sujeto) del mundo (el objeto), creando simplemente una “imagen de mundo”, en donde el Ser se presenta frente a él y “extrae” sus elementos como simples recursos, tan solo herramientas a usar en su beneficio personal.
Se despoja al mundo de la posibilidad de interpretarnos, creando una verdad única e imbatible.
Es por ello que la “técnica” emerge como lo único que importa en esta modernidad (la técnica entendida como la herramienta que permite extraer esos recursos de la manera más eficaz posible), presentándola junto a la ciencia como verdades por sobre la Filosofía, quitándole mérito a su propósito de entender las concepciones que harían preguntarse por el sentido de la vida. Esa vida que trae consigo las múltiples interpretaciones posibles. La ciencia y la técnica no se preguntan por el sentido de la vida; grosera y burda incógnita que no genera réditos económicos. Preguntarse simplemente por qué hay que ser y no más bien nada ... es algo que le atañe a la Filosofía. El famoso “el ser y la nada” Heideggeriano.
Max Weber, también invitado a la conversación de Carlos Peña, explica en su libro Sobre el espíritu del capitalismo que “los humanos se empeñarán en su quehacer, desprovistos de toda trascendencia”, instaurando el concepto de "racionalización del mundo", reforzando lo dicho por Martin y haciendo clara alusión a la técnica ya descrita.
Quizás nosotros no podamos hacer nada por la filosofía, pero quizás ella podría hacer algo por nosotros... es la notable frase de Carlos Peña para contornear el desarrollo de sus propias ideas.
Esa modernidad, que no es más que una contingencia, o sea, la posibilidad de mundo elegida dentro de muchas otras posibles formas de entender el mundo, es la que ha impuesto a la técnica como la razón de toda actividad, minimizando el rol de la Filosofía, la única herramienta que permitiría entender (y derribar en su defecto) los límites difusos e inclusos los elementos marginados por “una verdad” que impera en nuestras conciencias.
Alcanzar o volver a ese momento originario, anterior a esa separación entre sujeto y objeto que tiránicamente consagra la modernidad, ese espacio del ser-en-el-mundo, es la gigantesca tarea que atribuye Peña , en voz de grandes filósofos, a la Filosofía. Ese es el por qué de ella.
Para ilustrar lo dicho cito un párrafo directo del libro:
“Es verdad, como enseña la anécdota de la muchacha Tracia, que a veces la filosofía tropieza por estar ensimismada en las cosas del cielo, [...la muchacha Tracia se ríe de Tales por tropezar y caer a un pozo por el hecho de estar analizando las estrellas...] pero no hay que olvidar que a la técnica, ensimismada en su quehacer, hipnotizada por su simple performatividad, le suele ocurrir algo peor: anda, sin que nos demos cuenta, con cabeza gacha, situación que, desde siempre, ha sido un signo de servidumbre”.
Brillante.
Este párrafo, que va directo y es agudo, me hizo respetar a Carlos Peña como nunca antes, porque sin querer decirlo explícitamente,... la respuesta que yo quiero entender de este entretenido libro es que la filosofía debe hacernos libres ... la Filosofía nos emancipa, la Filosofía nos hace ser ….un ser-en-el-mundo.